El Caballo Chileno
Para intentar una historia más detallada y acorde a los tiempos de nuestro Caballo Chileno, hubo que buscar antecedentes que permitieran componer una investigación más precisa a las hasta hoy conocidas y dejadas como legado de cariño al caballo por hombres como don Alonso de Ercilla y Zúñiga, que en su obra “La Araucana”, escrita en plena conquista, repara certeramente en sus cualidades de garbo y valentía. Lamentablemente para los “caballistas” el escritor español no hace huella en pormenores que habilitaran para concluir en el tipo de caballo usado en aquellos tiempos, sus alzadas, pelos, manejo y crianza, referencias que penan en la mayoría de los textos que hacen narración al caballo y su importancia en la conquista y fundación de la Patria.
Tras él, la historia repara en la guerra de la conquista, en donde la correspondencia entre Pedro de Valdivia y el Rey Carlos V, junto a diversos sacerdotes y cronistas de la época, se refieren a la importancia de la cabalgadura en sus comisiones, estableciendo de tanto en tanto la calidad de los caballos, pero también ausentes de detalles o anécdotas, salvo las epopeyas de sus propias acciones que se suceden en su labor de conquistar y fundar ciudades para lo cual deben cabalgar miles de kilómetros.
Pero nadie, historiadores ni cronistas, reparan en los caballos como lo hacemos actualmente donde nos acordamos del color y las virtudes de hasta sus abuelos. Lo más probable es que para ellos, los antiguos, al ser el caballo “algo cotidiano”, esa cercanía lo haya hecho invisible y ausente de reconocimiento a su aporte. Quizás sea por ello que ningún autor, salvo los cronistas militares de la Guerra del Pacífico, se refieran en detalle al color, talla o cualidad de los caballos, claro indicio que los historiadores fueron hombres de infantería, intelectuales de escritorio con poco apego por el caballo, pues ningún jinete que se precie de tal podría obviar pormenores tratándose de caballos, al menos así es posible comprobarlo en el mundo del caballo actual.